22 de junio de 2006

Abstención política y apatía cívica.

(Antonio López-García, Lavabo y espejo, 1967-68)

La abstención es la dimisión política del ciudadano y su constancia deriva en la apatía como dimisión cívica. Cuando los políticos se hacen unánimes degeneran en clase política y esa unanimidad termina siendo el signo de la uniformidad social, aunque sea ejercida como indiferencia. Si no se opina, se comulga; si no se vota, se otorga. En tiempos en que se ha sometido la democracia a la estadística, el umbral de esa unanimidad política en Cataluña se ha fijado en el 89% parlamentario y el quicio de la uniformidad en el 50%, en cuarto creciente.

La abstención en sociedades urbanas y complejas como la catalana sucede a la colonización nacional. Primero llegan los misioneros airados con el evangelio redentor de infieles y luego los ingenieros de almas que laminan la razón y la rebelión hasta sustituirlas por el plano como única dimensión cívica. Se permite recorrerlo en toda su extensión, sin límite de horizontes, pero sin transgresión de su uniformidad. Todo el esfuerzo ciudadano que se sustrae a la política se distrae en tareas auxiliares que comulgan con las oficiales, pero con el marchamo de solidarias y alternativas. La abstención es ignorada por la clase política por supervivencia y autonomía y la unanimidad sólo ocurre en democracia como emergencia, nacional –Cataluña- o económica –Alemania-.

Al estado de apatía se llega por indiferencia de lustros, mecánicamente, en una secuencia que comienza por la moderna y ciega confianza en el progreso, en que todo lo nuevo es mejor y termina en la cómoda simbiosis del ciudadano con su invasor. Esa confianza conduce a la transferencia del derecho de voto del ciudadano al político para que éste lo administre y termina cuando el cheque en blanco que es la abstención es cobrado diariamente por el político. El círculo del dominio se cierra cuando el abstencionista participa activamente en la vida de la comunidad por medio de proyectos subvencionados económica y culturalmente por el poder. Como los de recuperación de la memoria de las dictaduras chilena y argentina, pero no cubana, que financia la Generalitat. Cuando el ciudadano come de ese pan y disfruta de ese circo su apatía cívica, la muerte de su capacidad crítica y de rebelión, está censada.

Hay un importante error aritmético en los resultados del referéndum catalán que no se ha publicado: la abstención principal ha sido la de la responsabilidad de la clase politica, cifrada en el preambular 89%, muy superior al crepuscular 51% del electorado. La intensidad de la abstención deriva en el sigilo de la apatía con el mohín del analista como nota a pie de página en el pregón de la nacionalización del individuo. La penúltima exigencia cívica es impedir esa nacionalización del espíritu porque la última es reclamar una reflexión moral, que es la gran y ¿sorprendente? ausente de la crepuscular vida catalana.

9 Comentarios:

Anonymous Anónimo escribió...

Bartleby, como siempre tan lúcido y acertado en tus análisis de la actualidad. Da gusto leerte.
Te agradezco tus palabras tan halagadoras, me gusta que te haya entretenido mi reducida historia. Un abrazo.

El xiquet

7:15 p. m.  
Blogger Bartleby escribió...

El placer de leer tus cuentos es mío y de los escasos transeúntes de este blog.
Un abrazo, Bart.

7:24 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Saramago Nobel busca otra cosa
Manuel C. Martínez M.
15-oct-06
Confieso que me impresionó muchísimo la propuesta literal del Nobel lusitano José Saramago, la expuesta brillantemente en su obra: Ensayo sobre la lucidez.

De su primera lectura inferí que se trataba de un posible y soberano revolcón político popular tendente a socavar el modus vivendi de estos pueblos que llevan cientos de años sometidos ideológicamente a la estrategia del voto eleccionario, fincado a su vez en la idea de que los pueblos civilizados deben darse gobiernos democráticos al mejor estilo de la clásica Atenas, que supuestamente los electores son libres para consumar el voto, y los elegibles, libres para postularse.

El VOTO en BLANCO me lució una sabia elección, una especie de salida pacífica de contundente mensaje dirigido a los tradicionales y reiterados electores de la Política de estos países, mismos que con sus disciplinados votos se han limitado a quitar al presidente Chucho para poner al Presidente Jacinto, resultando ambos cucarachas de la misma letrina. Porque, bien miradas las cosas, ni somos libres para votar, ni los Candidatos lo son para postularse.

Nos explicamos: los electores están constantemente sometidos a la tendenciosa mediática de ayer y de hoy, al temor de las persecuciones políticas, al reconcomio anidado en los posibles ganadores, a las presiones económicas, y a su grado de capacidad para distinguir lo bueno de lo malo más allá de las apariencias. Digamos que carece de pensamiento propio.

Los elegibles, por su parte, cuando resultan sinceros y honestos suelen pasar inadvertidos por el elector, presa como se halla, este, según acabamos de exponer. Y los afortunados con el voto popular, aquellos que logran entrar en el marcador, parodiando la Hípica lúdica, ora están ya presos de los intereses creados nacionales, del poder financiero burgués, ora de las conveniencias políticas internacionales, para que todo siga lo más exactamente igual, para que se conserven las raíces y troncos principales, y sólo, a lo sumo, se poden las ramas externas y molestas de intrascendencia alguna, parodiando al autor de Desde el jardín.

El VOTO en BLANCO, sugerido por Saramago, el Nobel, se nos presenta como la alternativa más aleccionadora. La comunidad les diría NO a todos esos farsantes y tartufos de la sociedad electora, a sus financistas, quienes, aturdidos por semejante actitud, posiblemente echen a un lado el trillado y engatusador mecanismo de las elecciones democráticas de vieja y griega práctica que tantos buenos frutos, estabilidad, riqueza y tranquilidad espiritual, conocidos con el nombre de PAZ, les ha proporcionado a los amos del poder del mundo, pero fundamentalmente a las poblaciones timoratas, al pequeño comerciante y pequeño burgués, a esos que prefieren rezar y esperar que se haga la voluntad de Dios en lugar de tomar cartas directas en el asunto, más allá de la sumisa y periódica caminata hacia los cajones electorales, cajones que siempre dirán NO a la aspiraciones populares, que siempre dirán NO al hambre que crece exponencialmente en el mundo mientras la riqueza burguesa lo hace en proporciones aritméticas, un desbalance económico que más tarde o más temprano dará cruenta cuenta de todo esta farsa democrática.

Si eso es así, entonces debemos buscar otro mensaje para el VOTO en BLANCO sugerido por Saramago, el Nobel. Creemos que es la más desesperada estrategia diseñada por la alta burguesía internacional, en colusión con los académicos de Suecia para minimizar la verdadera alternativa popular de la masa potencialmente electora. Hablamos de que la verdadera elección sería la ABSTENCIÓN. Pasamos a detallar su importancia:

Con la abstención, obviamente no sólo se reducen las cifras de ganadores y perdedores en la cuestionable estrategia electoral democrática, sino que siempre quedaría el sabor amargo de la preocupación, de la angustia latente y estresante, de la martillante pregunta que siempre se estarán haciendo los políticos prestados a esta farsas, los pequeños burgueses, los medianos burgueses, los altos burgueses, los nacionales y extranjeros, en fin, los adeptos al eslogan: *si tú estás bien, los demás también*.

Porque la abstención no necesariamente supone indiferencia ni anarquía, no es pasividad, es, sencillamente, una suerte de pausa electoral que se toma el pueblo para pensar sin el acoso objetivo y subliminal del bombardeo mediático que suele obnubilarle, sin el acoso periódico de políticos y gobernantes inescrupulosos, una pausa para repensar con mayor libertad lo que el abstencionista, en la PAZ de su casa podría diseñar para verdaderamente ensayar, no con un nuevo elegible, sino con el destino mismo de su país.

Porque la abstención es la más expedita y barata formula popular para el quebrantamiento incruento y pacífico de la PAZ, misma que tanto desean los explotadores del mundo. Una PAZ deseada y suplicada mental y esotéricamente por los pecadores, a fin de zanjar así la correspondiente e inevitable inseguridad que obviamente debería existir en unas sociedades preñadas de una masa electoral llena de miserias, de problemas irresolubles por ningún gobierno, saturada de desigualdades sociales, de una pasmosa repitencia de los mismos problemas económicos y sociológicos por los siempre han luchado los mejores hombre que ha botado la humanidad pos grecorromana.

Digamos que el Nobel Saramago busca que todo siga en paz, para pobres y ricos, para los políticos inescrupulosos y para los que no lo son, para explotadores y explotados, para crédulos y ateos, para santos y pecadores, una tabula rasa electoral que, por el contrario acabaría con los inescrutables, con los rebeldes abstencionistas que siempre serán el permanente dolor de cabeza de los amos del mundo, ya que nunca sabremos qué estarán pensando hacer, en lugar de preguntarnos: ¿Qué hacer?

12:56 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

1:47 a. m.  
Blogger Marlowe escribió...

Lo dramático del pueblo español no está en la corrupción de todos los partidos estatales, ni en que esta degeneración sea la matriz de la clase gobernante, pues eso también define la vida política europea, sino en que el horizonte electoral, explicable como única razón de ser del horizonte vital de los partidos estatales, se haya convertido, en virtud del consenso y de los medios de comunicación, en el horizonte de los horizontes sociales, en el horizonte que articula todos los horizontes personales.

Por muchos cambios que haya traído la Transición de la Dictadura a la Monarquía de los partidos oligárquicos, siempre será determinante el continuismo producido por el hecho de que la vivencia de la sociedad civil sigue siendo vertical, de que los españoles sometieron su horizonte histórico al horizonte electoral de los partidos estatales. La única forma inteligente y pacífica de romper la inercia de este perverso continuismo, abriendo horizontes propios a la sociedad civil, es la abstención. Cualquier otro modo de actuar sobre ella será vertical y despectivo.

7:44 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

¿Realmente creen que con la abstención es suficiente? Me parece un artículo bastante lúcido, y no falto de razón, sin embargo creo que no conseguiremos nada no votando, tan solo un sentimiento de autorealización. (Lo que no deja de ser curioso. Sentirse realizado no realizando nada.)

Fdo: El nuevo.

5:12 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

quisiera saber que es la abstencion civica ??

10:58 p. m.  
Blogger Unknown escribió...

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10:55 a. m.  
Blogger ARE escribió...

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