8 de marzo de 2007

Nómadas del tiempo

Ulises regresa a Itaca de sus viajes entre el mito y la realidad, dispuesto a reconquistar su resultante, el poder. Los feacios le colman de regalos y le ayudan a llegar a Itaca, dominada en su ausencia por jóvenes príncipes que pretenden el trono y tienen sometida la ciudad a una feliz pero efímera anarquía de bacanales. Disfrazado de mendigo convence a Penélope para que organice un concurso de tiro con arco en el que se deshace de sus rivales. Recobra el poder y, con el fin de sus aventuras, termina la Odisea pero empiezan sus viajes en el tiempo a través de la leyenda: se le imagina fundando ciudades entre los corsarios etruscos, que ondeaban en sus conquistas su estandarte con la gran araña de oro, el pulpo gigante, símbolo de verdad y felicidad, o guerreando en Epiro. El mito termina por definir el tiempo en que suceden los viajes de Ulises, por encima de las crónicas de la Odisea y la Historia de Herodoto.

El viaje eterno de Ulises es destino maldito en el Holandés Errante: el capitán Vanderdecken es condenado a vagar eternamente con su buque fantasma por los mares, en medio de tempestades y provocando la muerte de todos aquellos con quien se encuentre. Su temeridad ante los elementos, su conducta sádica con los pasajeros y tripulación y su desafío a la providencia dictan la maldición de ser un nómada marino del tiempo.

('El holandés errante', Teatro Real, 2003)
Pero la inmortalidad y la redención, estética y amorosa, se la proporciona Wagner al Holandés Errante con su ópera "El buque fantasma", en la que un marino al que la tempestad impedía doblar el cabo de Buena Esperanza juró que atravesaría el océano aunque tuviese que navegar una eternidad. En la ópera, inspirada en una leyenda de Heine, el holandés llega a las costas noruegas y proclama que sólo puede encontrar descanso en la muerte. Le pide albergue y desposorio con su hija al marino Daland, a cambio de un rico tesoro. Éste accede y se dirigen a su casa, donde Senta -la hija de Daland- está hilando, con su imaginación absorta por una enigmática imagen colgada en la pared. Es el retrato del holandés, que vagará por las mares hasta que encuentre a una mujer capaz de serle fiel hasta la muerte. Cuando el inmortal entra en la habitación, Senta queda impresionada al reconocerlo, se declaran su amor y le ofrece fidelidad hasta morir. Un equívoco entre el holandés y Senta, producido por la presencia de su anterior prometido, Erico, hace que el holandés huya en su buque y Senta se arroje al mar, cumpliendo así su promesa de fidelidad y redimiendo con ella al errante.



En la misma época que Wagner escribe su ópera, Melville fabrica otro nómada del tiempo, el personaje del capitán Ahab. Al igual que el holandés errante, el héroe se impone al malvado –y, aún más, al viajero- como modelo en la figura de Ahab. Ambos sacrifican la tripulación pero sólo Ahab la seduce en su aventura temeraria y nos seduce en su muerte trágica con Faulkner de albacea: "Bien, ésta es una muerte digna de un hombre". Su trascendencia en el tiempo se la proporciona el narrador –“llamadme Ismael”-, salvado de las aguas para contarlo. Todos somos Ismael para entender el teimpo de Ahab: “Todos contuvieron el aliento al surgir oblicuamente de las aguas una mole enorme, que llevaba encima cabos enmarañados, arpones y lanzas. Se elevó un instante en la atmósfera irisada, como envuelta en una gasa de finísima textura, y volvió a sumergirse en el océano. Las aguas, lanzadas a treinta pies de altura, fulgieron como enjambres de surtidores, para caer luego en una vorágine que envolvía el cuerpo marmóreo de la ballena.” (Moby Dick)

(El Endurance atrapado en el hielo)
El viaje que perdura en el tiempo no siempre exige la tragedia como precio: la expedición de Shackleton en el Endurance a la Antártida se salda con todos sus integrantes vivos, incluidos los refugiados en la isla Elefante, que sobreviven más de 3 meses aislados El principio que guió esta expedición fue volver sanos y salvos por encima de conquistas geográficas –nunca alcanzó el Polo Sur- y estudios científicos. La conquista de los Polos tiene en cambio en Robert F. Scott a su Ahab: “Hemos vivido. Me gustaría tener una historia que contar sobre la fortaleza, resistencia y valor de mis compañeros que removería el corazón de todos los ingleses”. Aquí, el narrador Ismael toma la forma de la última carta de Scott: “… estas torpes notas y nuestros cuerpos muertos, contará la historia…”.

La fatalidad es la dimensión del tiempo en los viajes del Holandés Errante, de Ahab y del capitán Scott. En forma de maldición para el holandés o como héroes trágicos para Ahab y Scott. En cambio, el tiempo que ha hecho perdurar a Shackleton en nuestra memoria viajera es su sentido de la realidad, reconociendo los límites del ser humano y con la supervivencia como horizonte. Son tiempos únicos en sus respectivas experiencias, intransferibles a viajes similares realizados por sus contemporáneos. Son tiempos históricos o míticos, pero únicos. Frente a ellos, este diagnóstico actual de Paul Virilio: "(…) lo que está siendo efectivamente globalizado es el tiempo. Ahora todo sucede dentro de la perspectiva del tiempo real: de hoy en adelante estamos pensados para vivir en un sistema de tiempo único." ('Le temps unique', 1995)

Aunque de todo esto sabe más que nadie Sam the Lion, personaje de ‘The last picture show’ y verdadero nómada del tiempo sin haber salido de Anarene, Texas. Es posible que con su impagable monólogo dirigido a Sonny hayamos visto la muerte de ese sentido personal del tiempo.


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5 Comentarios:

Anonymous Anónimo escribió...

Scott y Shackleton son la tragedia contra el realismo. El balance que hace Scott de su expedición lo dice todo del destino trágico que acepta: "Las causas del desastre no son debidas a una organización defectuosa de la expedición, sino a la mala suerte en todos los riesgos que teníamos que correr.".
Suerte frente a riesgos, es la mentalidad de Scott.

Por contra, Shackleton afronta los mismos riesgos con espíritu realista y de cooperación entre sus hombres, supeditando la conquista a la supervivencia. La escalada de las montañas en Georgia del Sur para llegar a la base ballenera tiene mucho de épico pero nada de suicida.

Son dos modos contrapuestos de afrontar la aventura pero con una visión común de la que somos hijos y deudores: el heroísmo y el afán de conocimiento.

Aventuras elemplares, Bartleby.

11:03 a. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Las leyendas, como la del holandés errante, son sugestivas; y la sugestión dura hasta nuestros días.

Vea cómo se sigue viendo el barco fantasma doblando el cabo de Buena Esperanza entre la niebla:

“… a lo largo de los siglos son numerosos los encuentros con buques fantasmas sorprendentemente parecidos a lo que debió ser el barco del capitán Hendrik. Muchos localizados en la zona donde se supone que desapareció.

Numerosos son los testimonios, y algunos nos pueden resultar soprendentes. En 1881, el príncipe Jorge, que más tarde se convertiría en el rey Jorge I de Inglaterra, tenía 16 años y servía como cadete en el buque HMS Inconstant. El 11 de julio introdujo una curiosa anotación en el cuaderno de bitácora mientras navegaban cerca de la costa australiana: "A las 4 de la mañana el holandés errante cruza ante nuestra proa. Emite una extraña luz fosforescente (...) también ha sido visto por el oficial de guardia. Lo ha visto desde el puente, desde donde también lo ha visto el guardiamarina del alcazar (...) La noche es clara y el mar está calmo". En total, el barco fantasma del holandés errante fue visto por 13 hombres del HMS Inconstant y otros dos buques que formaban la escuadra.

Si bien las apariciones de este barco fantasma son relativamente frecuentes en las bitácoras de los buques que navegan por el Cabo de Buena Esperanza, tampoco son pocos los que lo han avistado desde tierra firme. En 1942 cuatro personas descansaban en la azotea de una casa de Ciudad del Cabo cuando de pronto avistaron un viejo y destartalado velero navegando hacia la bahía de Table. Puedieron seguirlo durante más de 15 minutos. En 1939 casi 100 personas pudieron ver desde una playa al sur de Ciudad del Cabo como un viejo velero atravesaba la bahía entre la neblina con todas sus velas desplegadas e hinchadas, a pesar de que no soplaba la más leve brisa. El barco desapareció tan misteriosamente como había aparecido.”

3:09 p. m.  
Blogger Dragut escribió...

Heureux qui comme Ulisse a fait un beau voyage... Las sirenas que llaman a remar hacia la escollera. Puede no ser lo mejor, como norma general. Pero siempre puede existir la sirena por la que virar el rumbo hacia la escollera y reventar la nave contra ésta.

10:29 p. m.  
Blogger Bartleby escribió...

Santiago: Habría un puente común entre Scott y Shackleton, a su vez cimiento del heroísmo que usted cita: una insatisfacción en buen grado compulsiva. O una feliz incapacidad de ser feliz.
Por eso, cuando se oye a políticos -entre ellos, algún nuevo "regenerador"- decir que una propuesta básica de su partido para los ciudadanos es la felicidad, tiemblan los últimos reductos de libertad.

Romanaccio: Prodíguese y active su blog; sáquelo del letargo invernal, que este año no ha habido causa.

3:22 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió...

Ahora estamos sometidos al imperio atemporal de la ignorancia,
que navega enculando a tirios y troyanos
que manifiesten el menor atisbo de reflexión...

Galopa sobre los nuevos medios
una vez servidos los augustos desconocedores
provenientes de la escuela de la opacidad.

HOPA-ME-VOY-COMPRA-U-CORRA

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http://www.lacoctelera.com/elquiciodelamancebia

3:34 p. m.  

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